Cuando el gesto marca la diferencia
Año tras año se baten récords en casi todas las modalidades deportivas. Las competiciones son cada vez más reñidas, y las diferencias de marcas, tiempos y logros entre deportistas de primer nivel se estrechan hasta lo imposible. ¿Cómo consiguen superarse año a año? ¿Qué misterio se esconde detrás de los deportistas de élite que, como fascinantes portentos de la naturaleza, se imponen a sus adversarios para alcanzar la gloria, a veces no en una ocasión sino en sucesivas ediciones?
Para lograr el éxito se requiere, como es lógico, la coincidencia (alineación estelar, cabría decir) de múltiples factores en grado sumo: condiciones físicas adecuadas, una correcta nutrición, un plan de entrenamiento eficiente, un buen equipamiento y por supuesto la necesaria motivación y estabilidad psicológica. La fuerte regulación internacional ha hecho que muchos de estos factores tengan estrechos márgenes de maniobra, y los deportistas y equipos técnicos se las ven y se las desean para arañar pequeñas diferencias respecto a sus adversarios. Así sucede por ejemplo con las prendas y el material deportivo, cuyas características se ven estrictamente acotadas e inspeccionadas: el diseño y materiales de los palos de golf, las raquetas de tenis o las bicicletas; el textil de los bañadores o la composición del calzado para atletismo, etc.
Sin embargo, hay y habrá siempre un ámbito en el que el deportista puede mejorar de manera constante si cuenta con la adecuada asistencia: se trata del gesto deportivo y su biomecánica. En efecto, la pelea no se plantea únicamente contra los oponentes, sino también contra uno mismo, con el fin de optimizar el rendimiento, reducir el riesgo de lesiones e incrementar, en la medida de lo posible, la comodidad. Es decir, para alcanzar niveles más altos de eficiencia.
El estudio del movimiento del cuerpo humano, o biomecánica, ha experimentado un gran auge en los últimos años, y hoy en día abunda la literatura científica respaldando los principios fundamentales que favorecen el éxito deportivo de cada disciplina. En otras palabras, sabemos de forma teórica cuál debe ser el gesto del deportista para propiciar un movimiento óptimo. La pregunta es: ¿Es posible medir este gesto en el centro de entrenamiento o el laboratorio deportivo? ¿Cómo de lejos se está del gesto óptimo? Aquí entran en juego las herramientas de medición de movimiento, entre las cuales los sistemas de captura óptica 3D ocupan sin duda el primer lugar. Estos equipos permiten medir con precisión submilimétrica el movimiento del cuerpo humano en el espacio, y proporcionan de forma automática un sinnúmero de parámetros biomecánicos.
Mario Centeno, Responsable de Biomecánica del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de León y Juan García López, profesor de Biomecánica y Decano de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de León, llevan años asesorando a figuras de primer nivel del atletismo y ciclismo español. Entre sus rutinas de trabajo están ya más que asentadas las “pruebas de biomecánica”, en las que controlan el rendimiento biomecánico de estos deportistas de élite. Cuentan para ello con una sala de captura con 8 cámaras capaces de capturar 240 FPS (imágenes por segundo) con una resolución de 1.3 MPx. Estás cámaras de captura junto con un software de análisis de movimiento Sports 3DMA de STT Systems, monitorizan en 3 dimensiones, en tiempo real y sin cables los principales parámetros biomecánicos de todo el cuerpo.
Entre las capacidades que ofrece este sistema, Mario destaca “la información en tiempo real sin tiempo de post-procesamiento, la utilidad de biofeedback que permite conocer si los parámetros que queremos estudiar entran en los rangos deseados y la posibilidad de generar informes con un clic”. ¿Y en qué parámetros se fijan? Explican que con esta tecnología son capaces de monitorizar sin esfuerzo “simetrías, coordinación de movimientos entre varias articulaciones, velocidades y aceleraciones angulares en puntos clave del movimiento, trayectorias en el espacio de ciertos puntos anatómicos y muchos otros”. Con este abanico de parámetros a la vista, los especialistas biomecánicos tienen la posibilidad de analizar cualquier aspecto del movimiento y “estudiar en detalle cada caso, sin dar recetas generales”.
Por ese Laboratorio de Biomecánica del CAR de León han pasado atletas de la talla de Álvaro Martín Uriol, campeón de Europa de 20 km marcha en 2018; Diego García Carrera, actual subcampeón de Europa de los 20 km marcha, entrando en meta sólo unos segundos tras su compatriota Álvaro; o Marc Tur, subcampeón de España de 50 km marcha. Atletas que, además de una innegable idoneidad física, exhiben una gran capacidad de trabajo y han sabido dejarse aconsejar por Juan y Mario.
Otro de los deportistas que visita periódicamente este Laboratorio de Biomecánica es Jesús Ángel García Bragado, que ha participado en 7 Juegos Olímpicos y 13 campeonatos mundiales, siendo así el atleta con más participaciones en ambas competiciones de toda la historia. Jesús es además campeón del mundo de 50 km marcha y tres veces subcampeón del mundo en esa misma categoría. ¿Cómo se logra una carrera deportiva tan dilatada de éxitos? Lógicamente, no existe una fórmula infalible, pero atletas como él, con una larga trayectoria deportiva y siempre en primera línea, ponen en valor otra de las grandes ventajas de un sistema de análisis 3D de cuerpo completo: la evaluación objetiva a lo largo del tiempo, y la correlación de entre cambios posturales, rendimiento y lesiones.
Mario relata varios ejemplos de uso práctico del sistema Sports 3DMA con uno de estos atletas: “Durante un test nos dimos cuenta de que su rango de balanceo de brazos era muy corto. Además de instruirle sobre la conveniencia de ampliar el movimiento de braceo, utilizamos la herramienta de biofeedback del sistema 3D. Podemos monitorizar el movimiento de sus brazos en tiempo real, es decir, mientras corre, y generar automáticamente una alarma sonora si alcanza el rango de flexo-extensión deseado. De esta forma, el atleta practica e interioriza más fácilmente el cambio de movimiento. Meses más tarde se realizó un test de seguimiento donde observamos un rango de movimiento mucho más adecuado, y el atleta manifestó que percibía una gran mejoría técnica desde la realización de la prueba original”.
Raquel González Campos es atleta olímpica y plusmarquista de España absoluta de 10.000 km marcha. Junto a Laura García Caro, récord de España sub-20 de 20 km marcha en ruta, también realiza estudios biomecánicos en el CAR de León.
“Esta tecnología nos ayuda muchísimo porque nuestra disciplina es muy técnica”, asegura José Antonio Quintana, entrenador de los marchadores Diego, Marc y Laura. “Aporta información sobre parámetros que influyen en la marcha: dismetrías, pérdidas de contacto, fuerzas… Eso nos permite mejorar y evitar lesiones”.
El grupo de entrenamiento de José Antonio Quintana lleva utilizando este servicio varios años. En principio el estudio se realiza dos veces en la temporada: primero se realiza un análisis de la marcha de cada atleta y en el segundo se anotan si los cambios llevados a cabo han dado resultados. “Marchar es un gesto mecanizado que cuesta variar”, asegura el técnico. “Pero sabemos que modificando determinados parámetros el atleta mejora y eso genera confianza, puedes arriesgar en determinados ritmos con mayor seguridad”.
Actualmente, todos ellos se encuentran entrenando para Tokio 2021.
El conocimiento de tantos estudios científicos disponibles, sumado a la capacidad práctica de medir a los atletas de manera precisa y rápida, da lugar a la combinación perfecta entre ciencia y entrenamiento. Juan, Mario y José Antonio son conscientes de ello, y lo ponen en práctica; y los resultados les avalan. No en vano, “lo que no se puede medir no se puede mejorar”.